Pondera sin cesar cuántos médicos murieron, después de haber fruncido el ceño tantas veces sobre sus enfermos; cuántos astrólogos que reputaban maravilla el predecir la muerte a otros; cuántos filósofos, después de miles de controversias sobre la muerte y la inmortalidad; cuántos príncipes, después de ocasionar la muerte a tantos hombres; cuántos tiranos que, bajo el título de una pretendida inmortalidad, han abusado de su poder sobre las vidas humanas. ¡Cuántas ciudades han muerto, por así decirlo, enteramente! Pasa revista a cuantos tú mismo has conocido. ¡Y todo esto en cuán breve tiempo! En una palabra, considera siempre las cosas humanas como efímeras. Esta infinita brevedad del tiempo, vívela, pues, conformándote con la naturaleza y termina tu vida con agrado.
Grandes palabras con grandes verdades. Este pasaje de las Meditaciones de Marco Aurelio nos recuerda cuán efímera es nuestra vida sin que nos demos cuenta. O bien, más que ser efímera, nos da la sensación de que el tiempo pasa muy rápido, lo cual identificamos con la famosa máxima de Séneca en Sobre la brevedad de la vida:
No vivimos poco, sino que desperdiciamos mucho tiempo.
Aunque esto haga referencia al tiempo, otro tema muy importante en el estoicismo, también estas palabras nos ayudan a mantener el buen rumbo vital en cuanto a enfrentarnos a la muerte de un ser querido. Hace ya tiempo escribimos un artículo sobre cómo no temer a la muerte. Sin embargo, este temor tiene doble cara: no solo tememos nuestra muerte, sino también la de los demás.
Tenemos que recordar cada mañana estas palabras de Marco Aurelio y de Séneca porque un paso muy importante que nos ayuda a asumir la muerte de un ser querido es aprovechar el tiempo con nuestros seres queridos. Cuando un ser querido fallece, siempre nos invaden pensamientos relativos al desaprovechamiento de la vida: «¿Por qué ahora? ¡Todavía le quedaba mucho por vivir y experimentar cosas! ¡No me ha dado tiempo a decirle cuánto lo/la quería! ¡Ha estado trabajando toda su vida para poder disfrutar ahora al jubilarse y no podrá ser! ¡Es injusto!».
Parémonos a pensar. Si leemos las palabras de nuestros maestros y estas expresiones de impotencia y dolor, ¿no comprobamos que todo se debe a no haber aprovechado el tiempo? Está claro que es un dolor muy duro, muy difícil, de los más arduos que soportar. Y estas circunstancias nos hacen sentir mucha irritabilidad, enfado y ansiedad. Sin embargo, nos podemos comprometer a suavizarlo. Para ello, un primer paso es aprovechar el tiempo con nuestras amistades.
Hemos de ser conscientes, como decía Marco Aurelio, que todas las cosas están destinadas a un fin. Nada ni nadie disfruta de un tiempo ilimitado. Aunque parezca un tanto pesimista, no lo es para nada. Ser conscientes de que el tiempo pasa y no lo podemos controlar nos hace recordar aprovecharlo con lo que consideramos importante. Y no solo con quién aprovecharlo, ¡sino también cómo! Y sobre cómo aprovechar el tiempo Marco Aurelio y Séneca nos lo explican muy bien. Vamos a plantear situaciones más concretas:
- Vivimos con nuestra pareja y atravesamos momentos de discusión o conflictos de otra índole. Si somos conscientes de que nuestro tiempo se agota, ¿daremos importancia a tener la razón, a prolongar nuestro enfrentamiento? ¿O pensaremos que nuestro deber es menospreciar esos malentendidos causados por tonterías y disfrutar de los días que nos queden disponibles?[1]
- Vivimos un periodo en el que consumimos muchas horas con el trabajo y apenas podemos compartir momentos con nuestros amigos y nuestra familia. Damos toda la importancia a ese trabajo o proyecto. Si nos planteamos estas cuestiones estoicas, ¿no creeremos que debemos dedicar algún momento único y exclusivo con quienes nos aman? Por muy relevante que sea mi trabajo o proyecto, así como otras prioridades, las personas que me rodean se marcharán en cualquier momento. Y lo que más duele es que se marchen sin que nos demos cuenta.
- Cuando estamos con nuestros seres queridos, ¿por qué buscamos algún motivo en especial para decirles que los queremos o lo mucho que significan para nosotros? Estas palabras enriquecen nuestros lazos y no necesitan ningún motivo para ser pronunciadas.
Una vez que hayamos perdido a un ser querido, atravesaremos una época de dolor y de tristeza. Así como escribí en el artículo sobre Marcia, mujer a la que Séneca dedica una de sus consolaciones, el dolor que sentimos es natural y necesario atravesarlo. En cambio, también tiene una fecha límite. Y esto también lo sé no solo por los estoicos, sino por experiencia.
Por esta razón, este primer paso nos ayuda a suavizar el dolor que vamos a sentir. Después, una vez que ya se marcha un ser querido, calmaremos nuestro pesar con grandes recuerdos que hemos vivido con él y sentiremos satisfacción al saber que tanto él como nosotros hemos aprovechado el tiempo que compartir, sin haber desperdiciado ni un solo segundo mientras estábamos juntos.
Recordar a nuestro ser querido en todo momento, sentir esa satisfacción y hablar sobre él con naturalidad y ánimo serán las píldoras que los estoicos nos proporcionan. Y, para que su efecto sea pleno, cumpliremos con el primer paso esencial: aprovechar el tiempo. Como decía Séneca,
Tenemos que aprender a vivir durante la vida, y con mucha más relevancia, durante la vida tenemos que aprender a morir.
Espero que hayas disfrutado de esta lectura y que ella te anime a comentar cualquier cosa que desees o sientas relativa a esta cuestión. Y, sobre todo, deseo que estas pequeñas inyecciones aportadas en forma de artículo te animen y te sirvan de ayuda para endulzar momentos difíciles que hemos de pasar sin poder evitarlos. ¡Saludos estoicos!
[1] Más que días, Séneca incluso diría horas. No solo desconocemos qué nos puede ocurrir mañana, sino que tampoco sabemos qué nos puede ocurrir dentro de una hora.
Deja una respuesta