Ya escribimos hace tiempo un artículo sobre las claves para un buen liderazgo. En el artículo de hoy nos basamos en una forma de resumir el verdadero liderazgo. Si tuviéramos que abreviar las claves en una sola palabra, esta sería amor.
Una carta de Séneca que considero delito no leerla es la carta 47, la cual consiste en el trato humano con los esclavos. En ella, Séneca da algunos apuntes sobre de qué forma trataban a los esclavos en la antigua Roma. Existían muchas maneras de torturarlos, pero da algún ejemplo sobre cómo era su vida cotidiana:
Los infelices esclavos no tienen permitido mover los labios ni siquiera para hablar. Con la vara se ahoga todo murmullo, sin estar exentos de azotes ni siquiera por ruidos involuntarios: tos, un estornudo, un sollozo. Con duro castigo se expía romper el silencio con una sola palabra. Ellos permanecen de pie toda la noche en ayunas y en silencio.
Da ejemplos como este para explicar cómo tratar a los esclavos con amor y con humanidad. Si viviéramos en aquella época, no comprenderíamos por qué motivo debemos tratarlos así. Él nos lo indica:
«Son esclavos». Pero también son humanos. «Son esclavos». Pero también comparten tu casa. «Son esclavos». Pero también humildes amigos. «Son esclavos». Pero también compañeros de esclavitud, si consideras que la fortuna tiene los mismos derechos sobre ellos que sobre nosotros.
Aunque recurramos de manera literal al término esclavo, esta conducta agresiva y autoritaria de los dueños de esclavos sigue en vigor. Jefes de empresas, profesores dictatoriales e incluso en la conducta paterna. La cuestión radica en que toda posición que, oficialmente o no, implique un vínculo jerárquico de superioridad-inferioridad —empresario-empleado, padre-hijo, profesor-alumno, abogado-barrendero y muchos más ejemplos— desenvuelve en nosotros un afán de superioridad que se traduce en desprecio, prepotencia y otras cualidades que devalúan a quien consideramos inferior. ¿Por qué razón lo hacemos si somos iguales? Lee con atención estas palabras:
Este a quien llamas esclavo ha nacido de la misma semilla que tú, goza del mismo cielo, respira de la misma forma, vive y muere como tú. Tú puedes verlo a él libre como él puede verte a ti esclavo. No valoraré a los esclavos por sus funciones, sino por sus costumbres. Es cada cual quien escoge sus costumbres, las funciones las asigna el azar.
La posición en la que nos hallamos no solo depende de nuestra voluntad y sacrificio, sino también de circunstancias externas. Hay personas que no han podido dedicar su vida al estudio. Por ejemplo, nuestros mayores, quienes vivieron épocas de hambruna, pobreza y en plenas guerras. También por esta misma causa, muchas familias han dispuesto de pocos recursos para sus generaciones venideras.
Sin embargo, ya no solo se trata de empatizar, sino de ignorar durante un segundo nuestro ego y atender a las circunstancias que nos rodean. Si veo a una persona que mi ego considera inferior o «de poco valor», voy a detenerme para pensar en lo que dice Séneca:
Muéstrame alguien que no sea esclavo: uno es esclavo de la lujuria, otro de la avaricia, otro de los honores, todos esclavos de la esperanza, todos del miedo. No existe esclavitud más deshonrosa que la voluntaria.
Todos somos esclavos. Todos somos susceptibles de permanecer atados a cualquier cosa: enfermedades, crisis económicas, estados de depresión, desempleo… ¿Qué hacemos al respecto? Convivir con ello. Aprender a vivir con nuestras ataduras.
Vive con el inferior tal como quieres que el superior viva contigo. Siempre que recuerdes la gran cantidad de derechos que tienes sobre tu esclavo, recuerda que otros tantos derechos tiene tu dueño sobre ti.
De eso se trata. Al mismo tiempo que somos dueños de algunas cosas, somos esclavos de otras. Si abusamos de superioridad ante nuestros inferiores, con suma probabilidad abusarán de nosotros las superioridades que nos dominan.
Por ello, la facultad más importante es el amor, que se puede traducir en muchas palabras: gratitud, amabilidad, cercanía, respeto, inspiración… Puedes utilizar las palabras que quieras. De hecho, las claves del liderazgo parten de esta base: el amor.
Así, sucede que hablan mal de su dueño esos esclavos a los que no está permitido hablar en presencia del dueño. En cambio, aquellos esclavos que podían conversar no ya en presencia de sus dueños, sino con los mismos dueños, cuya boca no era cosida, estaban dispuestos a ofrecer por ellos el cuello y desviar su cabeza hacia el peligro que les amenazaba.
Si creamos un trato humano con los demás, somos capaces de convertirnos en auténticos líderes y muchas personas no solo querrán seguir nuestros pasos, sino que además estarán preparadas para ayudarnos cuando lo necesitemos. En eso consiste el trabajo en equipo y… ¿qué mejor que el trabajo en equipo en la mayor de las empresas que se llama vida?
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