Hace tiempo explicamos en un artículo en qué consiste la felicidad para los estoicos: la serenidad o tranquilidad. Dicho también de otra manera (palabra que me encanta): la imperturbabilidad. Tener un espíritu imperturbable.
Estas definiciones de la felicidad corresponden a tener una conciencia tranquila, lo cual también explicamos en otro artículo. Ahora bien, así como nuestros maestros estoicos sostenían, a veces para conseguir algo buenos debemos acudir directamente hacia el enemigo. Y el principal enemigo que impedía el bienestar constante en los estoicos eran las pasiones.
Este concepto no tiene nada que ver con lo que percibimos en la actualidad. A día de hoy lo solemos utilizar con connotaciones positivas, como «el teatro es mi pasión». Ahora bien, ¿a qué nos referimos con estas palabras? ¿Nos referimos a que, en el caso de este ejemplo, el teatro nos domina? ¿Nos referimos a que el teatro «nos esclaviza»? En principio el hecho de que nos domine la afición teatral no supone ningún malestar, pero nos encaminamos bien en cuanto a interpretar el concepto de pasión.
Cicerón lo explicó muy bien en su libro Discusiones en Túsculo[1]. Las pasiones (término latino affectus), consisten en impulsos irracionales excesivos, es decir, en empujes que nuestro cuerpo siente de forma descontrolada y que le hace actuar de manera irracional, sin conciencia. Al ser reiteradas, nuestro cuerpo y nuestra mente se acostumbran a actuar «de forma automática», sin razonar ni ser conscientes de las consecuencias de nuestras acciones.
Uno de los mayores males que encontraban en las pasiones era que ellas mismas formaban parte de nuestra naturaleza corporal. Dicho de otra manera, consideraban que nuestro cuerpo poseía una parte irracional, ubicada en la zona del hígado y el estómago (thymós), y otra racional, en nuestra mente (lógos). Si las pasiones forman parte de nuestro cuerpo, ¿era posible extirparlas? Séneca nos responde:
No podemos evitar las pasiones, pero sí vencerlas.
En otros términos, no podemos evitar las pasiones (los estoicos no eran insensibles, recordémoslo), pero sí somos capaces de dominarlas y conseguir un equilibrio constante en nuestro ánimo, que se define como euthymia o eutimia. En términos latinos, tranquillitas.
Para vencer las pasiones, es clave identificarlas. Para ello, los estoicos se basan en si lo que sentimos depende del presente o del futuro, por un lado, y en si lo que sentimos tiene que ver con un bien o un mal, por otro. Vamos una por una.
Dolor – aegritudo.
El dolor corresponde a un desequilibrio del ánimo originado por un malestar presente. No nos referimos al dolor físico, sino especialmente a un malestar causado por un hecho instantáneo.
¿De qué forma puede surgir la aegritudo y cómo controlarla?
Al tratarse de lo comentado en la definición que hemos visto, el dolor estoico puede surgir al no anticiparnos a posibles hechos: desde un atasco inesperado hasta la muerte inesperada de un ser querido.
Por ello, podemos dominar la aegritudo con tres pasos:
- Ser conscientes de las posibles cosas que podemos encontrar en nuestro día a día.
- Identificar hasta qué punto podemos controlar o no tales situaciones inesperadas.
- Reflexionar sobre hasta qué punto son importantes o no para nosotros.
Por ejemplo, a mí me encanta hacer deporte, pero debo ser consciente de que algún día pueden volver a cerrar los gimnasios. Si los cierran, sé que está bajo mi control hacer deporte por mi cuenta para al menos no pasar a un ritmo de vida sedentario. Por último, reflexiono sobre dicha situación y considero que, para mí, es importante hacer deporte, pero no es sumamente importante levantar una cantidad concreta de kilogramos en discos o mancuernas, al igual que tampoco es importante para mí publicar un vídeo en Instagram haciendo sentadillas con barra atlética. Estas acciones no definen mi vida, por ello no son importantes.
Aunque he puesto un ejemplo básico, esta técnica se puede aplicar bajo cualquier circunstancia. Recordemos que el estrés destructor no proviene de la intensidad de las molestias que sentimos, sino de la cantidad de molestias. Y si se suman muchas, aunque sean básicas, nos pueden destrozar si no dominamos la aegritudo.
Placer – voluptas.
Una de las pasiones más destructivas que existen en nuestra naturaleza. El placer consiste en un desequilibrio de nuestro ánimo fundamentado en un bien presente e inmediato. Puede causar muchísimo daño porque el placer que definen los estoicos equivale a lo que nosotros llamamos adicción: alcohol, drogas, dinero, fama, sexo…
Esa euforia desenfrenada que sentimos cuando vivimos un bien inmediato puede ser justificada a simple vista. Siempre afirmamos que solo tenemos una vida y hay que disfrutarla. Pero disfrutar de la vida no consiste en buscar el placer. ¿Por qué razón? Porque el placer es efímero y, cuando falta, nos causa un sentimiento tan elevado de necesidad que pensamos que nuestra vida solo depende de ello y, bajo su ausencia, carece de sentido. En pocas palabras, cuando lo tienes todo, en un segundo te das cuenta de que no tienes nada. Lo que rápido llega rápido se marcha.
¿De qué forma puede surgir la voluptas y cómo controlarla?
Para mí es de las pasiones más difíciles de controlar, ya que todas las personas deseamos vivir momentos de placer. Sin embargo, a fin de gestionarlo, debemos acudir de nuevo a la conciencia. Planteémonos las siguientes preguntas:
- ¿Por qué razón hago esto? ¿Tiene algún sentido en especial o solo lo hago por placer?
- Cuando ya no dispongo de ello, ¿siento una necesidad incontrolable o siento tranquilidad, aunque no esté?
Podemos acudir a un ejemplo bastante común. Sin duda creo que a todos y todas nos encanta mantener relaciones sexuales con nuestra pareja. Son momentos compartidos de placer. Sin embargo, diferentes contextos pueden generar su ausencia (distancia por motivos de trabajo, un periodo en el que uno de los dos está enfermo, un momento difícil en el que el deseo sexual es bajo…). Si en estos momentos en que ese placer no es tan frecuente se convierte en una necesidad, pueden surgir problemas que no deseamos.
Como ya comentamos en otro artículo, el placer es un complemento de la felicidad, no la felicidad en sí.
Miedo – metus.
Otra pasión de la que debemos tener cuidado. El miedo corresponde a una perturbación de la mente originada por un mal futuro. Con frecuencia esta pasión surge cuando pensamos en cosas malas que nos pueden suceder en un momento posterior al presente. Esta pasión equivale a las palabras de Séneca cuando dijo que sentimos mayor preocupación por las cosas cuando pensamos en ellas que cuando suceden.
Solemos originar el miedo cuando visualizamos imágenes de forma errónea con anticipación. ¿Cómo diferenciamos la anticipación y el miedo? Por ejemplo, si me anticipo a una mala situación para reflexionar sobre qué hacer al respecto (por ejemplo, cómo actuaré si en algún momento me diagnostican alguna enfermedad), de esta manera lograré gestionar el malestar o aegritudo. En cambio, si me visualizo sufriendo una enfermedad sin remedio y garantizo que no podré hacer nada y que de ninguna manera lo sabré sobrellevar, el miedo o metus será quien nos maneje.
¿Cómo identificar el metus y cómo gestionarlo?
Con el ejemplo descrito ya nos hacemos una idea sobre cómo identificar dicha pasión y cómo aprender a manejarlo. Si nos comienzan a invadir imágenes correspondientes al futuro, detengámonos para respirar y hacer el siguiente proceso de autoexamen:
- Afirmación: vivo en el aquí y ahora. Estas imágenes no son reales porque no pertenecen al presente.
- Cuestión: Estas imágenes irreales que visualizo con mi mente, ¿hasta qué punto pueden llegar a ser ciertas en el futuro?
- Cuestión: Si en alguna ocasión llegan a ser ciertas, ¿cómo reaccionaré al respecto para mantener la mayor tranquilidad posible?
Por ejemplo, estoy estudiando para un examen que tengo que hacer dentro de un mes y me invaden imágenes en las que suspendo y sentiré que he fracasado y que no valgo para ello. En ese momento, ubico mi mente en el presente y recuerdo que esa imagen no es real. Tras concienciarme de ello, sé que el suspenso no está plenamente garantizado porque todavía no he hecho el examen y, si a partir de ahora sigo esforzándome más, puedo obtener buenos resultados. Por último, si al final suspendo, mantendré el ánimo reflexionando sobre las razones por las que he suspendido y recordaré que suspender no significa que haya fracasado. Solamente deberé corregir los defectos que me han impedido aprobar.
4. Deseo – libido.
El deseo es la cuarta pasión que definen los estoicos. Corresponde a un estado mental desenfrenado consistente en el deseo de un bien futuro.
Al igual que el placer, es una pasión peligrosa porque obnubila nuestra conciencia al pensar solamente en deseos y bienes que deseamos alcanzar. Dicho de otra manera, el deseo como pasión estoica corresponde a llegar a un estado obsesivo. Afirmaciones como ser rico, ser una estrella de rock, tener un coche de última gama… Quiero, quiero, quiero, quiero, quiero, quiero… Nada es suficiente.
A causa de esta pasión, nuestra conciencia se olvida de lo verdaderamente importante que está a nuestro alrededor: familia, amigos, momentos de bienestar escuchando buena música, viendo nuestra película favorita, respirando aire con nuestra pareja en el campo… Esos momentos de disfrute sereno y tranquilo (esos momentos en los que sentimos una paz tan potente como si el tiempo se detuviera) los olvidamos cuanto el deseo nos consume. Y nos hace echar a perder la verdadera felicidad: la tranquilidad.
¿Cómo identificar la libido y cómo gestionarla?
En cuanto a la forma de identificar el deseo como pasión de los estoicos, cabría hacer simplemente un autoexamen con una simple pregunta:
Este deseo que siento, ¿es de verdad necesario para mí?
¿Esto es lo único que me importa o también existen otras cosas importantes?
¿Este deseo define de verdad mi auténtica identidad o solo es una mera ilusión que solo me aportará un placer efímero?
Por ejemplo, si deseo tener mucho dinero, soy consciente de que el dinero para mí es necesario, pero no mucho, sino solo el suficiente para poder vivir tranquilo. A raíz de esta cuestión, reconozco que no es lo único importante para mí, sino que tengo más cosas que de verdad me aportan para la felicidad. Asimismo, por consiguiente, tener mucho dinero no forma parte de mi yo, sino que ese hecho futuro solamente me daría placer al utilizarlo para más deseos superfluos como comprarme una mansión y un Porsche. Es decir, placeres efímeros que después necesitaría superar al ser insuficientes.
Conclusiones.
Con la teoría estoica de las pasiones (uno de los aspectos más estudiados y trabajados del estoicismo antiguo), vemos que todo se reduce a una lucha constante entre la conciencia y los ímpetus emocionales que sentimos. Por tanto, una conclusión muy simple es que la clave radica en ser consciente de lo que sentimos, por qué lo sentimos y cómo gestionarlo. Sobre ello, recuerdo una gran frase que aparece en el libro El sutil arte de que (casi todo) importe una mierda. La frase dice así:
Las emociones están sobrevaloradas.
Y así es. Últimamente se ha investigado mucho sobre las emociones e incluso se han considerado necesarias. Y es cierto. Las emociones forman parte de nuestra condición humana. Pero que sean necesarias no significa que sirvan de justificación. Las emociones no nos dan derecho a actuar de forma imprudente e insensata. Por ello, es fundamental potenciar nuestra capacidad de razonar y de ser conscientes de nuestras acciones, tal como lo afirman los estoicos.
Querido lector, querida lectora, espero que haya sido amena la lectura de este artículo. ¡Compártelo con quien quieras y por supuesto escríbenos tu opinión sobre él! ¡Estaremos encantados de debatir y cada vez crecer más con el estoicismo!
[1] Suelo citar a menudo este libro porque lo considero una obra maestra en cuanto a la descripción de la mente humana. Sin duda algunas obras de los estoicos como Séneca y Cicerón, entre otros, sirvieron de base para la construcción de las actuales disciplinas científicas como la psicología y la psiquiatría.
Muy interesante. Gracias por compartir.