Este último viernes recibisteis una Inyección Estoica que hablaba sobre la libertad. El concepto de libertad ha sido muy tratado en diferentes culturas y en muchas manifestaciones artísticas y literarias. Del mismo modo, por la libertad han acaecido momentos históricos inolvidables y hemos conocido nombres ilustres. Ahora bien, ¿de verdad es la libertad un beneficio?
Ofrezco unos ejemplos de libertad:
1. Decir lo que nos apetece sin educación, importándonos muy poco lo que sientan los demás. Solamente serán otros «ofendiditos».
2. Si alguien reacciona contra mí por algo que he hecho o he dicho, estará violando mi libertad. ¿O esa persona tiene derecho a la libertad de reaccionar?
3. Mis aptitudes no me permiten encargarme de un determinado empleo o de determinadas funciones ajenas al trabajo, pero mi libertad me ha de permitir cumplirlos igualmente.
…
La filosofía no queda aislada en cuanto a la interpretación de este concepto. Y, desde luego, ha sido necesaria porque lo que ha hecho la filosofía sobre la libertad, al igual que con todas las cosas, ha sido cuestionarla. Entre ellos, los estoicos.
Siempre que pensamos en la libertad sentimos un fuerte deseo. Su pronunciación satisface nuestra sensibilidad auditiva. Pero… ¿acaso sabemos qué es la libertad? Los estoicos ofrecen una interpretación para mí correcta y, en ella, saben distinguir muy bien la libertad del libertinaje.
Para los estoicos, la libertad equivale a un estado en el que tu ánimo se encuentra libre de ataduras, libre de presiones. Es un estado que sabe cómo no ser dominado por cosas que le impiden actuar de forma racional y virtuosa. Cuando satisfacemos nuestros vicios, nuestros deseos impetuosos, sentimos una libertad aparente. Sin embargo, esta es la dura realidad: somos esclavos. Esclavos de nuestros deseos, de nuestras apetencias, de nuestras incomodidades. Y existen muchas más cosas que perturban nuestro estado de ánimo.
Es más, esta satisfacción de deseos desenfrenados es el libertinaje. Para un momento y piensa. Imagina que tienes poder. Tienes poder para hacer lo que quieras, lo que desees. Hacer todo a tu antojo. Sientes que eres libre, pero en realidad eres un esclavo. Un esclavo que está al servicio de todos tus deseos y pasiones que te consumen. Un esclavo de otra droga.
Muéstrame alguien que no sea esclavo: uno es esclavo de la lujuria, otro de la avaricia, otro de los honores; todos son esclavos de la esperanza, todos del temor. Puedo mencionarte un ex-cónsul esclavo de una viejecita, un rico esclavo de una joven sirvienta; te mostraré jóvenes muy nobles esclavizados por actores de pantomima. No existe esclavitud más deshonrosa que la voluntaria.
Séneca
Este esclavismo, que acertadamente llamamos libertinaje y erróneamente denominamos libertad, es lo que los estoicos consideran un obstáculo para alcanzar tu libertad individual. Tu verdadera libertad, la cual ellos llaman serenidad o tranquilidad. Un estado de ánimo imperturbable.
Es libre no aquel sobre el que la suerte puede poco, sino aquel sobre el que la suerte no puede nada. Nadie puede alcanzar todo cuanto quiere; puede, ciertamente, no desear lo que no posee, y servirse con alegría de los bienes que se le han ofrecido. Una gran parte de la libertad está en el vientre bien morigerado y capaz de soportar las privaciones.
Séneca
En nuestra sociedad, tal vez algún día consigamos implantar una forma de vida libre de ataduras, pero para ello es incuestionable la necesidad de alcanzar primero nuestra libertad individual. Nuestra libertad interior. Y para conseguirlo queda mucho camino por delante, ya que el propio libertinaje que anhelamos en la era moderna es un gran obstáculo, ¿no crees?
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