
Como sociedad nos enorgullecemos de los extremos. Hacemos alarde de las pocas horas de sueño que mantenemos, cuán insaciables somos en nuestras carreras y cuán cómodas son nuestras vidas gracias a un exceso de artículos de lujo. Pero el problema es que cuando aspiramos a los extremos, también corremos el riesgo de llevar nuestras virtudes demasiado lejos, lo que colapsa en sus defectos opuestos y paralizantes en su carácter.Como sociedad nos enorgullecemos de los extremos. Hacemos alarde de las pocas horas de sueño que mantenemos, cuán insaciables somos en nuestras carreras y cuán cómodas son nuestras vidas gracias a un exceso de artículos de lujo. Pero el problema es que cuando aspiramos a los extremos, también corremos el riesgo de llevar nuestras virtudes demasiado lejos, lo que colapsa en sus defectos opuestos y paralizantes en su carácter.
Las cualidades y las virtudes no son algo que tienes o no tienes. Hay diversos grados de intensidad. Una actitud dualista en este contexto resulta peligrosa, ya que dos categorías no logran capturar la ambigüedad que define la vida. Deberíamos ignorar el impulso de designar las cualidades personales como buenas o malas sin intermedios.
En cambio, es mucho más confiable enmarcar las cualidades en el contexto de un espectro utilizando la “media dorada” de Aristóteles, que explica que el rango de virtud se encuentra firmemente en el medio, entre el exceso y la deficiencia. Séneca ofrece una perspectiva similar cuando observa que “los llamados placeres, cuando van más allá de cierto límite, no son más que castigos …”
La idea es que en un extremo del espectro, veamos a aquellos que carecen de una calidad específica y la interpreten como un defecto. Pero las virtudes en exceso son solo signos prominentes de debilidad. De hecho, puede ser demasiado ambicioso (insaciable), demasiado empático (codependiente) y demasiado disciplinado (reprimido). Solo aquellos que encarnan la moderación son capaces de identificar este medio dorado, protegerse de la desventaja de los extremos y establecer un equilibrio en el delicado rango de la virtud.
Moderación (el rango de virtud): entre deficiencia y exceso
- Ambición: entre perezoso y insaciable.
- Empatía: Frío y codependiente.
- Resistencia: Frágil y exhausto.
- Confianza en ti mismo: Inseguro y arrogante.
- Adaptabilidad: Rigido y suave.
- Autosuficiencia: Dependiente y aislamiento.
- Disciplina: Impetuosidad y represión.
- Compostura: Nervioso y paralizado.
- Calculado: Imprudente y tímido.
- Eutimia: Nihilismo y gran narrativa.
Ambición: entre perezoso y insaciable
La pereza es un enemigo obvio y un signo de debilidad. Pero el espectro se extiende más en la dirección opuesta que la ambición. La ambición calculada es una virtud. Es importante tener objetivos, aspiraciones y un propósito para el que esté trabajando. Pero cuando se lleva demasiado lejos, cruzamos el reino de la insaciabilidad.
Es aquí donde nos quemamos, incapaces de reconectarnos con el presente y apreciar lo que ya tenemos en nuestras vidas. La insaciabilidad es un defecto en igual proporción a la pereza. Sin moderación en nuestras ambiciones, retener la cordura personal se convierte en una tarea imposible.
“No te pases del objetivo; al ganar aprende cuándo detenerte “. – Robert Greene
Empatía: entre ser frío y codependiente
La empatía es más ventajosa que la frialdad o la indiferencia. Si está en sintonía con quienes lo rodean, cuanto más fuertes sean sus relaciones y mejor podrá navegar en situaciones específicas. Sin embargo, si no se controla, la empatía puede conducir a la codependencia y derivar su autoestima al satisfacer las necesidades emocionales de los demás mientras descuida la suya.
Es fundamental tener en cuenta estos extremos para poder utilizarlos como punto de control para operar dentro del rango de la virtud. Si te encuentras en situaciones en las que las personas están explotando su naturaleza empática, compruébalo pero también haz un esfuerzo por distanciarse de esas relaciones.
“Evite a aquellos que son sombríos y siempre se lamentan, y que se aferran a cada pretexto para quejarse … un compañero que está agitado y quejándose de todo es un enemigo para la tranquilidad”. – Séneca
Resistencia: entre fragilidad y agotamiento
La resistencia es una virtud común entre los mejores. En este contexto, es intercambiable con la resistencia mental y física. Quienes carecen de la resistencia para superar los obstáculos de la vida son frágiles y no podrán demostrar la persistencia requerida para diferenciarse. Sin embargo, llega un punto de quiebre en el extremo opuesto, agotamiento total, cuando no tiene nada más que dar.
Es importante preparar y desarrollar resistencia. Pero en su preparación, conozca su punto de ruptura y protéjase del agotamiento. Tienes una cantidad limitada de energía. Debe asignarse solo a cosas que se ajusten a sus aspiraciones y objetivos personales. No te arrojes al suelo.
“Debemos someternos a un duro entrenamiento de invierno y no precipitarnos en cosas para las que no nos hemos preparado”. – Epicteto
Todas las cosas buenas vienen con moderación
A menudo escuchamos a las personas hablar de sabiduría, justicia y coraje, pero rara vez escuchamos a las personas alabar la moderación. La moderación es el secreto mejor guardado y quizás el valor más subestimado en la sociedad moderna. Puede que no sea el principio más emocionante, pero ubicar este término medio, el medio dorado, tiene la capacidad de marcar la mayor diferencia.
Considere sus fortalezas y lo que cree que le brinda una ventaja competitiva. Debes aprovecharlos a medida que aprende y crece, pero recuerda que también llega un punto en el que tus mejores cualidades deben mantenerse bajo control. No les permitas inflar su ego y convertirse en responsabilidades innecesarias. Todas las cosas buenas vienen con moderación.
Fuente: https://dailystoic.com/stoic-range-virtue-defense-moderation/
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