Algo puede suceder hoy que te moleste. Alguien podría ser grosero, tu automóvil podría averiarse, un empleado podría estropear algo a pesar de tus meticulosas instrucciones. Tu instinto puede ser gritar y enojarse. Es natural.
Pero solo porque sea «natural» no significa que sea una buena idea. Recuerda la observación de Marco Aurelio, «cuánto más dañinas son las consecuencias de la ira … que las circunstancias que las despertaron en nosotros».
Gritar puede hacerte sentir mejor por un segundo, pero ¿realmente resuelve el problema? Por supuesto no. Discutir con una persona grosera solo les ofrece más oportunidades de ser groseros. Estar preocupado por los problemas del automóvil no lo arregla, solo aumenta la presión arterial. ¿Regañar a un empleado que se equivocó? Ahora te molestarán o tendrán más probabilidades de equivocarse nuevamente en el futuro porque están nerviosos y cohibidos.
La ira solo empeora las cosas. Aquí hay 40 citas estoicas para tener en cuenta cada vez que sientas un ataque de ira:
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