Quiero publicar este artículo de forma que os incite a reflexionar sobre un factor cuya relevancia es incuestionable para el progreso: la educación. Es cierto que hemos conocido a personas y hemos vivido momentos que nos han aportado y también nos han hecho sentir «perder el tiempo». Algún profesor o profesora, alguna materia, alguna parte de una asignatura que resultaba difícil… Incluso nos hemos llegado a plantear cuestiones como la siguiente: «¿Por qué enseñan esto en la escuela? ¿Para qué sirve?».
También es verdad que nuestro sistema educativo consta de aspectos con opción de mejora. No es el sistema ideal y, en mi opinión, sería difícil que en algún momento lo fuese puesto que todo evoluciona. Sin embargo, el hecho de que algunas cosas se consideren «inútiles» no significa que carezcan de valor. Es más, con materias como Filosofía, Latín, Griego, Inglés, Historia, etc. he adquirido valores de razonamiento y contenidos culturales que han sumado a adquirir un pensamiento crítico. Me han servido para aprender a preguntar no solamente cosas como «¿a qué hora es el partido?» o «¿cuánto cuesta una cerveza?», sino también cosas como «¿por qué el ser humano es capaz de razonar a diferencia de los demás seres vivos? ¿por qué existen casos de maldad en asesinatos y violaciones sin remordimiento? ¿qué debe considerarse justo e injusto? ¿por qué la economía funciona de forma desastrosa si disponemos de la suficiente para una buena gestión? Dar muerte a un tirano, ¿sería moral o inmoral? Este libro que escribió Aristóteles, ¿por qué lo escribió? ¡Si murió hace miles de años como para cobrar ahora si lo compramos!».
Aunque me dedique a la investigación de Séneca y a la docencia de las lenguas clásicas, no se trata de una «auto-apología». Más bien, animo a pensar en lo siguiente. Basémonos en la época que Séneca vivió durante el poder de Tiberio. Un buen intelectual que Séneca apreció, llamado Cremucio Cordo, pareció aproximarse al pensamiento estoico y escribió algunas obras literarias. En cambio, sus libros fueron prohibidos y quemados por el poder senatorial. Más adelante, con Nerón como emperador, intelectuales de índole estoica le causaban temor. Debido a su pensamiento racional y ético, Nerón sentía que intelectuales como el mismo Séneca pondrían mucho en cuestión sus acciones y, mediante juicios de valor, le incomodaba que su conducta fuese evaluada y considerada buena o mala para gobernar. Este miedo, unido a la ira y al deseo de poder, impulsó a Nerón a acusar a muchos intelectuales cuya formación cultural y moral consideraba una amenaza. Por ejemplo, Musonio Rufo fue condenado al exilio, Séneca y otros aristócratas fueron condenados directamente a la muerte…
Conforme Nerón exterminaba a todo aquel pensador que supusiera un peligro para su ambición y avaricia, su mayor afición consistía en celebrar representaciones teatrales en las que incluso él mismo participase. En otras ocasiones, le apasionaba recitar cantos. Es decir, en lugar de cumplir con su verdadera función, gobernar un Imperio, su auténtico «papel» era más bien el de actor-poeta megalómano. En una de sus cartas, Séneca critica el estilo de hablar de su época:
Como la conducta de cada uno concuerda con sus palabras, así la forma de expresión refleja a veces las costumbres públicas, si la moralidad ciudadana ha flaqueado y se ha entregado a los placeres. Constituye una prueba de la corrupción pública la expresión afectada cuando no se manifiesta solo en alguno que otro, sino que ha sido aprobada y acogida por todos.
En lugar de pensar en la forma de expresarnos, pensemos también en nuestras opiniones. No solo suprimen de la enseñanza materias importantes, sino que además nos parece bien que las supriman. En este programa se van a enfrentar este político de turno con ese otro, un debate que no nos podemos perder. Para cualquier duda que tenga o cualquier cosa que necesite aprender, tengo YouTube y TikTok, ¿para qué matricularme en la Universidad?
Todo lo cultural que podemos encontrar en la educación o, al menos, los caminos culturales que nos enseñan en ella para continuarlos por nuestra cuenta se convierten en caminos aislados. Los grandes intelectuales que han existido en la historia con la intención de aportar un grano al mundo y la cantidad de sufrimiento que han vivido para cumplir su meta, ¿conocemos sus nombres? ¿Acaso no nos da por pensar que las modificaciones y el empobrecimiento de la enseñanza y de la cultura actual serían otros modos de «deshacerse» de los intelectuales que suponen una amenaza?
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