Introducción
Sobre la tranquilidad del espíritu, epístola que Séneca escribió como respuesta a Sereno, comienza con la intervención del destinatario de esta carta. Sereno solicita ayuda a Séneca porque se encuentra en un complicado malestar: ni enfermo ni sano. En concreto, siente momentos esporádicos de agitaciones e incomodidades y no sabe cómo gestionarlas.
Séneca le responde de forma apacible y le comenta que es normal sentir agitaciones esporádicas, no porque no estemos sanos, sino más bien porque nuestro cuerpo no está habituado a la salud. En la actualidad, estamos más acostumbrados que nunca a sentir estrés, incomodidades, miedos e inseguridades y, a causa de ello, lleva un largo tiempo de adaptación acostumbrarnos a un ritmo más tranquilo y sereno.
Sin embargo, aunque consideremos normal sentir inquietudes durante el recorrido de nuestra vida, el mismo Séneca señala que la principal razón de ellas es sentirse a disgusto con uno mismo, malestar procedente de un espíritu intranquilo. De esta forma, ¿cómo conseguir un estado de ánimo tranquilo e imperturbable? Con la virtud.
La virtud ha sido durante toda la historia del estoicismo su altar más sagrado. Facultad exclusiva del ser humano que lo distingue de los animales y lo aproxima a los dioses, facultad no espiritual, sino puramente práctica para el mayor arte estoico: el arte de vivir y morir dignamente. Lee con atención:
No es el único en ser útil al Estado quien promueve a los candidatos y defiende a los acusados y decide sobre la paz y la guerra, sino que el que anima a la juventud, el que, en medio de una escasez tan grande de buenos maestros, inculca la virtud en sus espíritus, el que aferra y retiene a los que se lanzan a la carrera hacia el dinero y el lujo y, ya que no otra cosa, al menos los demora, ese desempeña en privado una función pública.
Dichas estas palabras de otra forma, Séneca sostiene que toda persona que cultiva las virtudes y enriquece a la juventud de tan gran bien humano, está desempeñando un cargo público. Ya no es una labor oficial del Estado, sino que su acción contribuye de alguna manera al progreso de la sociedad humana. Está cumpliendo un cargo cosmopolita.
¿Acaso hace más el pretor que aquel que proclama qué es la justicia, qué la piedad, qué la paciencia, qué la fortaleza, qué el menosprecio de la muerte, qué el conocimiento de los dioses y hasta qué punto la buena conciencia es un bien gratuito? La virtud, por más que disimulada, nunca queda invisible, sino que da señales de sí misma: todo el que sea digno la barruntará por sus huellas.
Ahora bien, ¿qué es la virtud para los estoicos y cómo se cultivan? Aunque se trate de un término muy complejo, podemos resumirlo considerando como virtud que toda acción o cualidad que, al mismo tiempo que es honesta, a su vez es útil o práctica. Por ello podemos tomar un gran número de cualidades honestas y prácticas y reunirlas en el grupo de virtudes estoicas. Sin embargo, así como en otro artículo de nuestra página web describimos las cuatro pasiones o vicios de los estoicos, también podemos basarnos en cuatro pilares en el terreno de la virtud. Si estás pensando en cuatro concretas, has acertado. Las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Las cuatro virtudes proceden en su origen de La República de Platón. La cultura romana adoptó dicha visión ético-política del filósofo ateniense y uno de los mayores pensadores de Roma las describió con rigor: Marco Tulio Cicerón en sus libros Sobre los deberes. De este modo, en los próximos artículos analizaremos las cuatro virtudes contrastando las palabras de Cicerón con las de Séneca.
La prudentia o sabiduría
En realidad, el concepto latino prudentia posee una mejor traducción al castellano: «sabiduría». La sabiduría que sostienen los estoicos no equivale tanto a la sapientia —correspondiente más bien a una especie de «sabiduría contemplativa»— sino que es una sabiduría próxima al arte de saber cómo actuar en cada momento al conocer las circunstancias presentes. En otras palabras, prudencia y sabiduría serían sinónimos. En concreto, dice Cicerón:
Esta primera virtud, que consiste en el conocimiento de la verdad, es la más propia del hombre. Todos nos vemos arrastrados y conducidos hacia el deseo del conocimiento y de la ciencia. Pero en el secundar este estímulo hay que precaver dos vicios: dar por conocido lo que ignoramos y aplicar un trabajo ímprobo a lo que no es necesario.
La prudentia o sabiduría consiste en conocer la verdad: cómo es el mundo, por qué es así y cómo hemos de actuar en consecuencia. Conocer la realidad, conocer el universo, la naturaleza e interiorizarlo de la forma más objetiva posible y sin llegar a «interpretarlo» desde una perspectiva subjetiva.
Para tomar en consideración todas las cosas existentes en el mundo, así como indica Cicerón, recurriremos al tiempo y diligencias necesarias. De lo contrario, no solo daremos por conocido lo que desconocemos, sino que además actuaremos sin pruebas de conocer la verdad.
La sabiduría es la virtud por excelencia, de la cual, de hecho, se esparcen el resto de las virtudes. Gracias a la sabiduría, somos capaces de conocer el mundo y en consecuencia saber qué decisiones serán justas, cuáles proceden de la fortaleza y cuáles parten de un alma moderada. Aquí lo encontramos en Séneca:
Cuando alguien soporta los tormentos con entereza, hace uso de todas las virtudes […] Allí está la sabiduría, sin la cual no se toma decisión alguna y nos persuade a soportar lo inevitable con la máxima entereza.
En resumen, la prudencia es actuar conforme a la naturaleza. Si actuamos conforme a la naturaleza, actuamos conforme a la verdad, conforme a la forma de ser del mundo y conforme a nuestra forma de ser más natural: como humanos.
Cómo practicar la sabiduría
Piensa en algún tema concreto que siempre te haya suscitado duda e interés e indaga sobre él. También es válido plantearte preguntas aisladas de diferentes temas y buscar su respuesta más cercana a la verdad. Investiga y, cuando encuentres respuesta, piensa en las decisiones que se han tomado en la historia hasta nuestros días. Por último, escribe qué decisión tomarías tú tras conocer la verdad sobre dichos temas que has propuesto.
LAS TRES VIRTUDES RESTANTES
La justicia. Segunda virtud estoica.
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