Si cuando recibimos alguna noticia sobre la muerte de alguien, automáticamente la interpretamos desde una perspectiva trágica, mayor infortunio percibimos en la acción de alguien que se quita su propia vida. Debido a factores socioculturales, especialmente al proceder de nuestra tradición judeocristiana, tenemos un concepto de la muerte muy sombrío, al igual que del suicidio. Un ejemplo de ello tenemos en uno de los círculos infernales que describe Dante Alighieri en su Divina Comedia.
Aunque el suicidio es un concepto para nosotros algo delicado, sin embargo, formaba parte de la doctrina estoica. No pocos estudiosos confirmaban que los estoicos apoyaban la noción del suicidio como una forma de «liberarse» de los pesares que la vida nos aguarda cuando ya no hay nada que hacer. Esta noción ya no reside exclusivamente en el suicidio, sino que la muerte misma suponía para ellos una forma de liberación. Por ello, Séneca recurre a esta visión para consolar a personajes como Marcia, cuando pierde a su hijo, o a Polibio, cuando pierde a su hermano.[1] En su consolación, dice Séneca a Marcia:
¿Qué te conmueve, Marcia? ¿Que haya muerto tu hijo o que no haya vivido más tiempo? Si es que haya muerto, debiste estar siempre doliéndote por él: siempre, en efecto, supiste que iba a morir. Piensa que un difunto no se ve afectado por ninguna desgracia, que lo que nos hace espantosos los infiernos es leyenda, que a los muertos no les amenaza ninguna oscuridad ni cárcel ni corrientes que abrasan con su fuego ni el río del Olvido ni tribunales y condenados ni más tiranos en esa libertad tan amplia. Estas cosas son bromas de los poetas que nos han inquietado con espantos infundados. La muerte es la liberación de todos los dolores y el límite más allá del cual no pasan nuestras desgracias, la que nos restituye al reposo en que estábamos antes de nacer.
Esta visión sobre la muerte no causaba temor a los estoicos, del mismo modo que tampoco el suicidio. Ahora bien, si la muerte supone una liberación de las desgracias que causa la vida, ¿significa que debemos librarnos cuanto antes de estas cadenas de sufrimiento? ¿Hemos de acudir al suicidio en el mínimo instante que sintamos malestar? Cuidado con estas nociones que debemos aclarar.
El suicidio en el estoicismo: ¿sí o no?
Sí y no. Veamos por qué. Séneca decía en una de sus cartas:
Vivir no es cosa deliciosa. Has emprendido un largo camino: tendrás que resbalar, tropezar, caer, fatigarte y exclamar: «¡Oh, muerte!». Es decir, mentir.
Como dice nuestro maestro, cuando deseamos la muerte, estamos mintiendo. El mismo Séneca se planteó en ocasiones quitarse la vida a causa de su asma y de las terribles experiencias que vivió en la corte palaciega: amenazas de muerte, acusaciones, críticas, exilio… Pero su padre no toleró que su hijo se suicidase. Entonces, Séneca continuó viviendo por petición de su padre. Y él mismo agradeció que su padre lo detuviera.
Poco después, Séneca nos dice que,
En esta camaradería es necesario pasar la vida. No puedes huir de tales infortunios, puedes despreciarlos, y los despreciarás si piensas a menudo en ellos y los presientes como venideros. Todos se enfrentan con más firmeza a la prueba de la vida para la que se han preparado largo tiempo y resisten hasta las pruebas más duras si habían meditado sobre ellas de antemano.
Con lo que Séneca nos dice, y si me obligo a elegir una de las dos opciones, la respuesta es no.
Los estoicos no apoyaban el suicidio.
Los estoicos describen muy bien la vida como una larga fase en la que recibimos golpes de muchos lugares. En otras palabras, la vida para los estoicos es la guerra más honorable. La vida no es maravillosa. La vida tampoco es cruel. La vida es la vida. Así de simple.
Si la vida está repleta de injusticias, de infortunios y de desgracias inesperadas, no hay razón para rendirnos fácilmente y quitarnos la vida. La muerte es una ley inexorable que forma parte de la condición humana. Lo es. Pero en el momento oportuno. Por naturaleza, estamos destinados a morir, pero en el momento en que lo imponga la naturaleza. Tal vez suframos alguna enfermedad. Tal vez nos asesine un criminal. Tal vez se origine la Tercera Guerra Mundial. Debemos tener claro que vamos a morir. Seamos más breves: MEMENTO MORI… pero en el momento oportuno.
En la actualidad, tenemos muchos problemas con respecto al trabajo, al dinero, a los negocios, a las amistades, a las relaciones amorosas, crisis existenciales, a nuestra propia imagen de nosotros mismos… Sin embargo, el suicidio no es la solución para un estoico. Cualquier problema tiene solución. Para Séneca,
La naturaleza modera con sus transformaciones este reino que contemplas: al cielo nuboso sucede el cielo despejado; los mares se agitan después de la bonanza; soplan los vientos sucesivamente; a la noche sigue el día; una parte del cielo se eleva, la otra se sumerge: de fenómenos contrapuestos se compone la duración eterna del universo.
El humano estoico lucha porque está preparado para enfrentarse a todos los fenómenos contrapuestos. A todas las adversidades. Nosotros estamos preparados para resistir. Han existido muchos casos de suicidio porque ya no había ninguna solución. Los estoicos solo aprobaban el suicidio cuando ya no había nada que hacer.
Nosotros tenemos cosas que hacer: trabajar, formar una familia, cumplir con nuestro proyecto…Incluso en los momentos más desgraciados que podemos llegar a vivir, llenos de miles de problemas, ¿no crees que buscar su solución ya es algo que todavía queda por hacer?
La muerte es la liberación de la dureza de la vida. Pero un soldado no muere en la primera batalla. Un soldado muere cuando ya no hay nada que hacer. Muere cuando ya es inevitable. Muere… en el momento oportuno.
Este artículo no busca fomentar el suicidio de ninguna forma. Si actualmente estás pasando por alguna situación comprometida y te viene a la menta la idea del suicidio contacta con un profesional de la salud mental. Según en el país en el que residas puede haber teléfonos públicos habilitados para tratar tu situación particular.
[1] En el anterior artículo hablo sobre Marcia como modelo de mujer estoica.
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