En nuestra página disponemos de amenos artículos que explican las herramientas básicas de la doctrina estoica y su aplicación en la vida práctica. Como sabemos, sus principios se basan en la acción a fin de que, con ellos, construyamos una vida más plena.
Sin embargo, el estoicismo no solo consiste en una «metodología» con la que perfeccionar nuestra vida diaria. El modus vivendi forma parte de él, pero hay mucho más en el estoicismo. Por este motivo, en este artículo escalaremos un peldaño más para conocer el estoicismo más a fondo. Partimos de la pregunta: ¿qué más tiene el estoicismo?
La doctrina estoica posee una estructura tripartita que, valga la redundancia, se divide en tres partes o disciplinas ordenadas de forma jerárquica: Física, Lógica y Ética. Los estoicos también fueron expertos en la Física —estudio del universo y de la naturaleza—, en la Lógica —estudio de silogismos y de la verdad o falsedad de proposiciones— y, obviamente y más conocida, en la Ética —estudio de la conducta moral—. La cuestión es que los estoicos indagaron en las tres disciplinas a fin de construir en ellas un hilo coherente. Observemos con brevedad cada una de ellas.
Física en el estoicismo
La Física estoica parte de una palabra: Lógos, Ratio o Razón. Para los estoicos, el universo o cosmos es un único organismo vivo y material que funciona de manera ordenada y dinámica. El hecho de que sea un organismo vivo viene marcado por una fuerza compuesta de aire y fuego que los estoicos denominan pneuma «aire». Al transmitir vitalidad esta fuerza, su capacidad dinámica procede de una tensión denominada tónos. Con la unión de ambos elementos, que conceden vida y movimiento, solo uno más hace que todo fluya de forma ordenada y armónica. ¿Sabías decir cuál es ese elemento? Así es. El Lógos. En el universo, los estoicos contemplaban una Razón o Inteligencia que, con el aire vital y la fuerza motora, permite que todo el cosmos se mueva en armonía. Este Lógos se identifica como una especie de divinidad que, por ejemplo, el cristianismo asociaba a Dios. Y este dinamismo armónico se fundamenta en lo que llamamos ley natural.
Dentro de este movimiento cósmico, encontramos muchas cosas: astros, planetas, plantas, animales y, como no, seres humanos. Sin embargo, los seres humanos somos un elemento especial del universo. ¿Por qué? Porque somos seres vivos que gozamos de un lógos o razón consustancial con el Lógos divino. En otras palabras, nuestra capacidad racional forma parte de esa Razón universal que dirige el universo.
Un espíritu sagrado, que vigila y conserva el bien y el mal que hay en nosotros, habita en nuestro interior; el cual, como le hemos tratado, así nos trata a su vez. Este ser divino [nuestra alma, nuestra conciencia] es quien procura nobles y elevados consejos. A esta alma superior, equilibrada, que considera todo como inferior a sí, que se ríe de cuanto tenemos miedo y ambicionamos, la impulsa un poder celeste [la Razón universal]. ¿Cuál es, pues, esta alma? La que no resplandece con bien alguno que no sea el propio. Alaba en el ser humano aquello que ni se le puede arrebatar ni otorgar, lo que es propio del hombre. ¿Quieres saber qué es? La razón. Carta 41.
Lógica en el estoicismo
La Lógica de los estoicos guarda una relación muy sólida con la Física y la Ética. Una manera de resumir la lógica estoica se ubicaría en el siguiente silogismo: si el universo es dirigido por una Razón universal y en la Razón radica lo bueno, ordenado y armónico, entonces en el universo solo existe lo bueno, ordenado y armónico.
Exactamente. Los estoicos no contemplan ningún mal en el universo ni en la naturaleza. Por ejemplo, ellos no formulaban juicios sobre catástrofes naturales o enfermedades considerándolas como males. Todo lo que existe conforme a la naturaleza no es malo, sino que, en el caso de aparentar serlo, eso consiste en un juicio que formulamos nosotros mismos. Por ejemplo, las enfermedades no son malas en sí, sino que nosotros las consideramos malas. La muerte sería otro ejemplo. El dolor, también.
Entonces, si todo lo existente conforme a la naturaleza es bueno. ¿No existe el mal según el estoicismo? Sí. Existe. El único mal que los estoicos observan se encuentra en el ser humano cuando él actúa de forma contraria a la naturaleza. Y el mal no consiste en un mal per se, sino en un juicio erróneo que nos impide actuar con rectitud. Por ello, las palabras bien y mal han de ser definidas con rigor.
La realidad nos confunde: dilucidémosla. En lugar del bien abrazamos el mal. Tenemos deseos contrarios a los que tuvimos; nuestros votos, nuestros proyectos pugnan entre sí. En lugar del amigo se me presenta un enemigo. Los vicios se nos insinúan con la apariencia de virtudes; la temeridad se esconde bajo el nombre de fortaleza, moderación se llama a la indolencia, al tímido se le considera precavido. Aplica a cada concepto sus notas distintivas. Estos sofismas nos engañan inocuamente. Si deseas clarificar la ambigüedad de las palabras, muéstranos que es feliz no aquel hombre al que se le considera tal por dinero, sino aquel hombre que todo el bien lo tiene en su alma. Lo que es bueno siempre es necesario, lo que es necesario no siempre es bueno. Carta 46.
Ética estoica
Una palabra bien conocida resume la ética estoica: la virtus. Para los estoicos, la virtud consiste en el bien supremo, el summum bonum. Si bien existen diferentes virtudes, entre ellas las cuatro virtudes cardinales, todas ellas se agrupan en una única que consiste en vivir conforme a la naturaleza. Vivir conforme a la naturaleza equivale a vivir cumpliendo los deberes que nos marca la ley natural: vivir como seres sociales y vivir como seres racionales[1]. Nuestro poder racional nos permite perfeccionar nuestros defectos que, al enmendarlos, no solo culminamos la ética de forma individual, sino que aportamos nuestro grano de arena al mundo.
De esta forma, el cultivo de nuestras virtudes no radica solo en el crecimiento individual (de hecho, resulta incompleto), sino que nuestras virtudes están (y deben estar) al servicio de los demás. Con esta colaboración, la cooperación humana, progresamos y avanzamos en la evolución.
¿Qué es lo que la razón exige del ser humano? Una cosa muy fácil: vivir conforme a su propia naturaleza. Pero lo que hace difícil esta misión es una locura generalizada: nos empujamos unos a otros hacia el vicio. Carta 41.
[1] Tenemos dos artículos que hablan de estas cuestiones. Un artículo sobre cada una de las cuatro virtudes cardinales, otro sobre el significado de vivir conforme a la naturaleza y otro sobre los deberes que nos impone la ley natural, deberes que los estoicos llaman oficio (en latín officium).
Gracias Daniel