Vuestros estoicos dicen: “Hasta la conclusión definitiva de nuestra vida estaremos en acción, no dejaremos de dedicar nuestros esfuerzos al bien común, de ayudar a cada uno particularmente, de prestar auxilio incluso a nuestros enemigos con nuestras manos de viejos. Nosotros somos aquellos en los que hasta tal punto nada hay ocioso antes de la muerte.
Este fragmento se contextualiza en un tratado de Séneca que se titula Sobre el ocio, el cual fue hallado incompleto —solo ocupa unas ocho páginas—. De forma resumida, la distribución del tiempo en la vida romana se dividía en dos: el negotium, que se traduce como «tarea, labor, trabajo» y, de forma general, «actividad política», y el otium, que se traduce como «ocio, diversión», aunque en la mayoría de los casos «inactividad».
Para un romano, el otium correspondía más bien a una época en la que el ciudadano ya había cumplido con su negotium, es decir, con sus trabajos correspondientes. De esta manera, el deber laboral de un romano, especialmente político, daba sentido a su vida, mientras que el otium se aproximaba a una especie de jubilación o retiro.
Si vemos así ambos conceptos, nuestra visión se parece mucho a la que tenían los romanos. Cuando hablamos de productividad, solemos asociarla a todo lo relativo al trabajo o al negocio y, en consecuencia, también al dinero. Sin embargo, los estoicos no lo veían igual, tal como Séneca demuestra:¿Con qué actitud accede el sabio al ocio? Con la de saber que también entonces va a hacer cosas por las que puede ser útil a la posteridad.
Y… ¿dónde encontramos la utilidad?
Cicerón fue uno de los oradores más prestigiosos de la Antigüedad, pero también fue un insigne hombre de Estado. Desde muy temprano se formó en filosofía. Sin embargo, su intervención en el poder interrumpió dicha formación. Como cabe esperar, él mismo reconoce que cuando la República, objeto de mis atenciones, de mis pensamientos, de mis trabajos, dejó de existir enteramente, mi laboriosidad quedó reducida al silencio. Pero, al no poder mi alma quedar inactiva, pensé que, sin perder mi dignidad, podría liberarme de aquellas molestias si me volvía a dedicar a la filosofía.
Gracias a la filosofía, Cicerón consiguió dar respuesta a problemas que muchos de sus contemporáneos no podían solventar. Por esta razón, Cicerón considera la sabiduría como lo más deseable, lo más trascendente, lo más digno y lo más útil del ser humano. De acuerdo con la definición de los filósofos anteriores a Cicerón, la filosofía es «la ciencia de las cosas divinas y humanas y de las causas en que se fundan».
¿Y cuál es la respuesta que tenemos que buscar en nuestro tiempo? Aunque hayan pasado miles de años, las palabras de Cicerón siguen siendo aplicables: «si se busca un alivio de las preocupaciones de la vida, ¿qué puede compararse con el de aquellos que siempre están investigando algo que mire y valga para conseguir una vida honrosa y feliz? […] Entre las más pequeñas ciencias teóricas no hay ninguna que se enseñe sin preceptos. Si hay normas seguras para enseñar la virtud, ¿dónde se buscarán si nos apartamos de esta disciplina filosófica?».
Muchos personajes célebres llevaron a cabo diferentes «trabajos». Por ejemplo, Sócrates intervino como militar en la guerra del Peloponeso y Platón también intervino en el poder. Pero otro, como los fundadores del estoicismo, no participaron en la vida política, sino que dedicaron mayor parte de su vida a la filosofía. Ahora bien, ¿desaprovecharon su tiempo? Para Séneca, no:
Ni mucho menos llevaron ellos una vida indolente: descubrieron cómo podía su reposo ser mas útil a los hombres que los ajetreos y el sudor de otros. Luego no dan menos impresión de haber hecho mucho, por más que no hicieran nada por cuenta del Estado.
Así pues, la productividad no (solo) radica en el trabajo…
Así como apetecer las cosas sin ningún apego a las virtudes ni un cultivo del talento propio y desempeñar las tareas sin más es muy poco loable, igualmente es un bien incompleto la virtud rebajada a un ocio sin actividad, sin que muestre nunca lo que ha aprendido. ¿Quién niega que la virtud deba probar en la práctica sus avances y llevar a la realidad lo que ha meditado?
Los estoicos apreciaban el ocio porque no contemplaban en él ningún pasatiempo como tomar una cerveza, jugar a la videoconsola o salir de fiesta. Aunque pueden ser distracciones puntuales y permisibles, ellos contemplaban el ocio como dedicación a la filosofía para resolver los grandes enigmas que impedían al ser humano poner en práctica su crecimiento.
Por esta razón, para los estoicos, una persona multimillonaria o un trabajador que dirige el mejor de los negocios no es la única persona productiva. Según el estoicismo, la persona productiva es aquella que consigue poner en práctica los preceptos que minimizan los mayores problemas existentes en la vida humana.
Pero… entonces, ¿significa solucionar los problemas de toda la sociedad?
Séneca nos da respuesta en el mismo tratado:
Lo que se exige del hombre es que sirva a los hombres. Si puede ser, que sirva a muchos; si no, a unos pocos; si no, a los más cercanos; si no, a sí mismo.
No nos dejemos engañar por las opiniones comunes ni la moda. La productividad y el éxito no radican en el emprendimiento o en el negocio que genera mayores activos. Una vida productiva es una vida que, de una forma u otra, en mayor o menor cantidad, aporta al mundo tratando de buscar soluciones a los mayores problemas que ningún negocio o cuenta bancaria soluciona.
Si nos basamos en las indicaciones de los estoicos, una vida productiva sería aquella vida en la que, como mínimo, nos «producimos» física y mentalmente a nosotros mismos y, con ello, podemos «producir» a los demás si la situación lo permite.
Este artículo me sirve de mucho para poder reflexionar sobre mis problemas de gestión de mis tareas entre mi trabajo y mis actividades de ocio. Al parecer voy bien. Con mi trabajo ayudo a los demás y con el ocio me ayudo a mi misma.
Se agradece la buena redacción y lo sencillo a leer la filosofía.