Una preciosa escena muy frecuente en las películas: poner la mano sobre las Sagradas Escrituras y jurar decir la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad. Sin embargo, antes que decir la verdad, es necesario encontrarla. Y, aunque sí es cierto que muchos buscadores de la verdad terminaron en juicio, dichos juicios tuvieron como fin su ejecución. Uno de ellos fue Sócrates. Otro Séneca.
Ambos fueron máximos exponentes no ya de doctrinas filosóficas, como Séneca en el estoicismo, sino de toda la filosofía. Ellos dieron el verdadero significado a la filosofía: buscar la verdad o, lo que es lo mismo, conocer la realidad. La filosofía actual, en cambio, se fundamenta en meras especulaciones teóricas multiusos: aplicables a la política, a la economía, a la estética, a la sociología…
Como ya sabemos, los estoicos definían como verdadera filosofía la «maestra» que nos ayudaba a conocer la verdad: el hombre es un ser racional que, de acuerdo con su naturaleza, ha de actuar mediante la razón y, como ser social, convivir por medio de costumbres que impliquen apoyo mutuo. Es lo que Séneca definía con el concepto de amor mutuus:
La naturaleza nos ha constituido parientes al engendrarnos de los mismos elementos y para un mismo fin; ella nos infundió el amor mutuo y nos hizo sociables. Ella estableció la equidad y la justicia; por decreto suyo es mayor desgracia de dañar que ser dañado.
Esta es la realidad y toda acción que cumpla con estas órdenes es una acción realizada conforme a ella. Además, dicha visión filosófica presenta semejanzas, en el plano científico, con la teoría de la célebre Lynn Margulis. Sin romper del todo con la teoría darwiniana de la evolución, Lynn Margulis sostiene que el origen de la vida y su evolución se fundamenta en que todos somos «una comunidad de microbios». Dicho de otra forma, la cooperación ha sido siempre la metodología de la supervivencia. Sin embargo, cuando hablamos de la evolución, ¿qué nos viene a la cabeza de inmediato? Así es. Darwin.
Lo que quiero decir con este ejemplo —bajo la certeza de que ambas teorías poseen sus argumentos plausibles— es que, cuando escuchamos opiniones y razonamientos de todo tipo, siempre existe alguna o alguno que «predomina» sobre el resto. Y ese resto de opiniones diferentes son las ovejas negras, los marginados y, en ocasiones, los enemigos. Por ello, Lynn Margulis es considerada la «científica rebelde». Por ello, los filósofos desde la Antigüedad eran considerados enemigos de los poderosos: ellos buscaban la verdad mientras que el poder deseaba manifestar al pueblo sus intereses vendidos como verdad.
Noam Chomsky, prestigioso lingüista, expuso las diez estrategias de manipulación mediática existentes en la actualidad. Todas ellas, resumidas en una sola idea, consisten en lo siguiente: «el propósito de los medios masivos no es tanto informar y reportar lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión pública de acuerdo con las agendas del poder corporativo dominante». Su consecuencia: «la población general no sabe lo que está ocurriendo y ni siquiera sabe que no lo sabe».
En este caso, nos referimos a un contexto a gran escala: el poder. Tras la pandemia, parece que hemos vivido un proceso en el que la sociedad o, al menos, parte de ella ha comenzado a cuestionarse algunas cosas. Pero este conflicto no solo se halla en el poder. Así lo escribió Séneca en una de sus cartas:
Necesitamos un tapón más compacto que aquel que Ulises, según cuentan, aplicó a sus compañeros. El canto de las sirenas que temían era halagador, pero no se oía por todas partes. En cambio, el canto de sirenas que suena a nuestro alrededor no suena desde una roca, sino desde cualquier rincón. […] No es un bien esa prosperidad que ellos te quieren colmar. El único bien, causa y soporte de la vida feliz, consiste en confiar en sí mismo. […] Tú mismo hazte feliz y lo conseguirás si comprendes que son buenos los actos que están inundados de virtud, malos aquellos a los que se adhiere la maldad. […] ¿Qué es, pues, bueno? El conocimiento de la realidad. ¿Qué es malo? La ignorancia de la realidad.
Esos intereses que «venden» como verdades son los cantos de sirenas que escuchamos a diario. No solo los escuchamos, por ejemplo, por YouTube o por parte de cualquier conocido, sino que también los vemos en las Redes Sociales. Venden métodos mágicos para ganar más autoestima, para ganar más músculo, para hacerse millonario… Como decía Séneca, muchas personas se ponen su túnica, se dejan su barba y, haciéndose llamar «filósofos», exponen ideas con las que hipnotizan al vulgo.
Séneca tenía razón al darnos estas palabras. En el mundo existen muchas personas que, manifestando su profesionalidad tanto con negocios como con los medios de comunicación, se disponen a colaborar y aportar a ese amor mutuus con sinceridad. Pero estas ilustres personas, por desgracia, están rodeadas de multitud de sirenas que entonan sus cantos para atraerte y caer en la trampa más malvada: pensar, sentir, decir y hacer lo que ellos quieren, no lo que quieres tú.
Por ello, antes de tomar una decisión basada en una opinión ajena, reflexiona antes sobre si dicho consejo es real y auténtico o está decorado con filtros y estrategias de persuasión.
Este artículo está relacionado con la virtud de la Sabiduría. Te enlazamos un artículo en el cuál podrás profundizar en este precepto.
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